La detección por los padres de bultos en el cuello de sus hijos suele constituir un motivo de alarma. Les anticipo que, por fortuna las más de las veces no se tratará de un proceso grave.
Según la localización del bulto puede tratarse de diversas cosas pero los más frecuentes en Pediatría son los ganglios, o adenopatías, como decimos los médicos. Estos ganglios se localizan debajo de la mandíbula, región lateral del cuello o en la zona posterior de la cabeza y pueden ser tanto normales, puesto que los ganglios están ahí y muchas veces pueden palparse, como ser anormales, eso si lo reitero, casi siempre por situaciones sin importancia.
En el cuello se agrupan unos trescientos ganglios y ello es lógico porque defienden la entrada al organismo de la vía respiratoria, el aparato digestivo, los oídos y el propio cráneo. En los niños normales se calcula que se palpan ganglios -no dolorosos, no inflamados, no duros y que se mueven fácilmente- en el 45% de ellos, sin ninguna enfermedad causante.
Imagen de www.ganglios.org |
No obstante, los ganglios pueden ser reflejo de diversas enfermedades, básicamente y de modo genérico por 2 grandes grupos: porque los propios ganglios mismos estén afectados por alguna enfermedad, ya sea una infección del propio ganglio o una invasión del mismo por una leucemia o linfoma, etcétera, o en segundo lugar, por reacción a una infección cercana, de vias respiratorias sobre todo, ya que como indicamos más arriba los ganglios están vigilando y controlando las entradas al organismo. En principio solo se consideran sospechosos los que se palpen por encima de las clavículas (los situados más abajo en la primera imagen).
Si los bultos detectados duelen, estan inflamados, son múltiples, van creciendo o no desaparecen debe consultarse al pediatra que hará una historia y exploración completa comprobando la localización del bulto, ya que según la zona las posibilidades son diversas (segunda figura); comprobará si se trata de ganglios o no, si los ganglios están adheridos, si tienen consistencia dura, si existen ganglios en otras localizaciones, etcétera.
Ecografia pediátrica. Siegel Un imprescindible |
La ecografia es de gran ayuda en estos casos pues permite ver directamente el ganglio, su forma (los esféricos son más sospechosos), si están agrupados o son únicos, y por medio del Doppler se podrán ver los vasos sanguíneos que irrigan el ganglio, etcétera.
En el caso que nos ocupa se trata de un paciente cuyo único síntoma es la detección de un bulto, doloroso al ser tocado, de dos días de duración. La exploración clínica fue totalmente normal excepto por la palpación de un ganglio móvil, no adherido en zona occipital derecha.
La ecografia detectó un ganglio único de caraceterísticas benignas, alargado, que no invade estructuras cercanas, de carácer reactivo, lo que permite etiquetar al paciente como portador de una adenitis; se indica tratamiento y dada la benignidad del proceso se comunica a la familia que, salvo evolución anómala, no precisa control y deben desaparecer pronto las molestias en la zona y el ganglio se hará pequeño en unos días, evitando la ansiedad que puede generar un diagnóstico dudoso.
Pues mucha salud para todos.
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